Como me enamoré de viajar ‘solo’
Ahora me parece muy extraño, pero creo que por allá en 2014 ni siquiera sabía lo que era viajar solo. Obviamente sabía que se podía viajar solo, lo había hecho por trabajo, para visitar a familia, amigos, etc. Pero no conocía el concepto de ‘solo travelling’, todas sus ventajas, su popularidad (mayormente fuera de España) y, sobre todo, que se iba a convertir en algo tan importante para mí. Hoy en día (octubre 2019) disfruto tanto viajando solo que, si tuviese que elegir, seguramente lo preferiría a irme con los amigos.
El descubrimiento de mi pasión de viajar solo fue fruto del azar. En mayo del 2014 trabajaba en Madrid (soy de Almería) como Técnico de Marketing en una marca de bebidas energéticas (Missile Energy) que estábamos introduciendo en el mercado. Debido al crecimiento en ventas y la llegada del verano nos encontramos en la situación de que nuestro actual fabricante nos había ampliado los plazos de entrega enormemente.
La situación era critica ya que corríamos el riesgo de perder gran parte de nuestra inversión y, principalmente, frenar nuestro crecimiento en el momento de mayor demanda del año. Nos pusimos a buscar otras empresas productoras con la esperanza de encontrar una alternativa. Fue entonces, cuando descubrí una feria en Ámsterdam llamada PLMA y cuyo cometido es, básicamente, poner en contacto a productores/fabricantes con marcas o distribuidores. Los dueños de la marca vieron con buenos ojos que me desplazase, pero siendo consciente de que el presupuesto era ajustado y de que a mayor gasto mayor responsabilidad, opté por reservar un hostel en lugar de un hotel (algo más habitual para un viaje de negocios). Una decisión que terminaría definiendo mi forma de viajar.
Aunque la visita a la feria fue muy positiva, ya que conocí a varios productores muy interesantes y, a la larga, uno terminaría siendo nuestro fabricante de confianza durante años. Lo realmente especial de este viaje de negocios fue descubrir la gran cantidad de personas que viajan solas y se alojan en hostels. En tan solo dos noches hablé y conocí a mucha gente de distintos países. ¡Eso es lo que me fascinó! ¡Qué fácil es conocer gente en ese ambiente cuando se viaja solo!
Este corto viaje de negocios había sembrado una pequeña semilla en mi cabeza y no paso mucho tiempo hasta que pude ver como florecía. Unas semanas después de volver de Ámsterdam, ante la falta de producto (estaba por llegar desde el nuevo proveedor polaco que había encontrado en la feria), mis jefes nos mandaron, con solo 3 días de aviso, de vacaciones durante 5 días. Aquí llego otro punto de inflexión, ¿Qué hacía? ¿Me iba a Almería durante este tiempo a ver los sitios que tanto conocía (que me encantan) o me aventuraba a un nuevo destino y de una forma que nunca lo había hecho, solo?
Tres días más tarde estaba en Berlín para disfrutar del viaje que en ese momento denominé como el mejor viaje de mi vida (estuve mucho tiempo llamando a mi último viaje el mejor jejeje). Se me ponen los pelos de punta de recordarlo. Todo fue perfecto, lo precioso que es Berlín en julio, la ubicación del hostel en el barrio de Friedrichshain que es, tras haber estado más veces en Berlín, mi favorito junto con Kreuzberg, toda la gente maravillosa (americanos, holandeses, indios, belgas, suecos, franceses, mejicanos, etc.) que conocí y, especialmente, todas las experiencias y momentos vividos en esos 5 días. Recuerdo marcharme de Berlín con la nostalgia de abandonar mi pueblo de la infancia y, a su vez, con un gran sentimiento de felicidad por la aventura vivida.
Si alguna vez has viajado solo seguramente ya conoces esa sensación de subidón, incertidumbre y aventura cuando llegas a un lugar desconocido. Seguro que has disfrutado y te has ilusionado al descubrir cada calle, plaza o detalle y que, según has ido conociendo mínimamente el lugar, te has sentido un poco como un local. Y estoy seguro de que, al marcharte unos días más tarde, te has sorprendido al comparar tu incertidumbre inicial con tu felicidad actual.
Era la primera vez que viajaba solo y durante esos días, durante todas esas sensaciones que se intercalan unas con otras me di cuenta de que había encontrado mi camino, mi gran descubrimiento, ya podía viajar todo lo que quisiese, sin ataduras, sin retrasos ni esperas, dependiendo únicamente de una persona, de mí. ‘Solo’.