Saltear al contenido principal

La mejor madre del mundo

Cuando tenía 6 o 7 años, compraste una Nissan Vanette y la adaptaste para dormir en ella. Es verdad que solo eran dos maderas y un colchón, pero no necesitábamos más. Terminaban tus clases de profesora de dibujo y nos íbamos de viaje lo que duraban tus vacaciones. Solíamos ir a campings, aunque a veces dormíamos por el camino.

Como no voy a tener una buena orientación si desde pequeño iba de copiloto mirando el mapa y dándote indicaciones. Todos los pueblos y ciudades que nos habremos pateado, los museos, castillos y monumentos vistos. Si nos gustaba un sitio nos quedábamos una semana, sin estrés, sin obligaciones, conocíamos gente, aprendíamos el idioma, nos íbamos a la playa o nos dábamos un paseo por el pueblo. Fueron experiencias y recuerdos muy bonitos, los dos juntos, sin necesidad de nadie más. Siempre me sentí muy afortunado y especial por haber vivido todas esas experiencias. Que felices éramos.

Estoy seguro de que te encantarían todos mis viajes, seguro que te preocuparías y me llamarías constantemente pero un día nos juntaríamos en Bangkok o en Hanói, y te tranquilizaría ver lo bien que me desenvuelvo y todo lo que disfruto al ver una nueva cultura o un nuevo lugar, tal y como tú me enseñaste. Como me gustaría poder decirte que te vengas conmigo…

¡Te quiero mami!

Desde 2006 que no tengo tus abrazos, ni tus besos, ni veo tu sonrisa, ni escucho tu preciosa voz. Es muy duro, cada día que pasa te echo más de menos. Y es que te lo debo todo a ti, todo lo que soy y todo lo que tengo. En una época en la que no era habitual ser madre soltera y trabajadora, me criaste sola. Fuiste tan valiente. Me diste una infancia tan feliz, tal ejemplo en el que fijarme.

Nunca he conocido (ni conoceré) una persona tan buena y cariñosa. Mi mejor amiga, mi confidente, sin ti hay pensamientos y sentimientos que quizás no salgan de dentro de mi cabeza. Es fuerte pensar que nunca nadie me querrá tanto como tú me querías, que nunca nadie se preocupará por mi tanto como tú lo has hecho. Pero más fuerte es lo afortunado que me siento por haberte tenido en mi vida y haber podido disfrutar de ese amor y ese cariño. Sin duda, eres la persona que más he querido, sigo queriendo y querré.

Lagrimas recorren mi cara según escribo estas líneas, incluso tras 13 años y casi 5 meses, se me hace muy duro afrontar que no estés conmigo. La persona que soy hoy en día es todo gracias a ti. Me enseñaste a ser honesto, responsable, abierto de mente, a mirar el lado bueno de las cosas, a ser tolerante, humilde, agradecido, independiente, curioso, respetuoso, a disfrutar de las experiencias en lugar de las posesiones, me enseñaste tantas cosas… Espero que estés orgullosa de mí. Me he equivocado muchas veces, pero siempre he intentado actuar según los valores que me enseñaste. Te quiero.

Pintora y profesora de dibujo, mi madre (Josefa Rubio Mesas) nació en Almería en 1953. Desde pequeña tuvo una gran pasión por la pintura. Se licenció en bellas artes por la universidad de Barcelona y fue profesora de dibujo en institutos de: Barcelona, Terrasa, Almuñécar y Almería. Estas son algunas de sus obras:

Volver arriba